Las cálidas gotas se van deslizando por su acendrado rostro. Su epidermis es un tobogán que empieza en el lagrimal y termina en la curva de su fino cuello.
Su abuela le decía que llorar es un lujo para el cuerpo. Le explicaba que las lágrimas son los filamentos de los nudos de tristeza que anidan en el alma. Y, de repente, cuando explota tu pesar, las delicadas hebras se van deshaciendo. Notas alivio en tu herido corazón.
¡Qué sabia era mi adorada anciana! Sollozar ayuda a limpiar las entrañas de las pesadumbres de la vida.
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